Pablo Álvarez, Director del Consorcio Centro Tecnológico del Agua Quitai Anko y académico de la Universidad de La Serena, se refirió a la labor y avances alcanzados durante el año 2021 y a los futuros desafíos de la entidad
Creación de alianzas con instituciones ligadas a los recursos hídricos, actividades de vinculación virtuales y presenciales, además de avances en las diversas líneas de desarrollo y en la política de propiedad intelectual, son algunas de las principales acciones que marcaron la gestión 2021 del Consorcio. Así lo relata, el director Pablo Álvarez, quien además aborda los próximos desafíos para el año entrante.
¿Cuál es el balance que realiza de este año 2021?
Quiero mencionar tres ejes que a mi parecer son relevantes. El primero es que la formación desde el punto de vista de la gestión, de la institucionalidad y políticas de desarrollo del Consorcio se han ido consolidando.
Destaco desde esa perspectiva, nuestra política de propiedad intelectual, la aprobación y puesta en marcha de los reglamentos, que darán seguridad en el proceso de transferencia tecnológica de los paquetes que podamos generar.
Lo segundo es el desarrollo tecnológico de las líneas propias del Consorcio que tienen que ver con aguas subterráneas, roca fracturada, reutilización de aguas grises tratadas para infraestructura verde, los APRs, sistemas de gestión y la recarga de acuíferos. Existen avances significativos, hay una identificación importante de productos tecnológicos y servicios al interior de cada una de estas líneas que podrán ser transferidos.
Finalmente, el área que me parece muy relevante y que nos ha enseñado bastante, son las relaciones que el Consorcio ha establecido y fortalecido con los territorios durante el 2021, entiéndase el más cercano correspondiente a las regiones de Atacama, Coquimbo y Valparaíso, y por otro lado, también la interconexión entre el Consorcio y sus hermanos CAPTA y COTH2O.
Respecto a este último punto, un hito importante es la potente labor de vinculación que se generó con los territorios ¿Cómo evalúa este proceso y la alianza que se ha concretado con instituciones y organizaciones ligadas al agua?
En un inicio, la relación que nosotros pensábamos establecer con las regiones de Atacama, Coquimbo y Valparaíso tenía que ver mucho con poner un cable a tierra a los requerimientos tecnológicos que nosotros podríamos eventualmente dar respuesta, pero fuimos aprendiendo en el proceso que podemos ser un buen articulador en términos de acercar la solución, el contacto o el dato, para resolver el problema que ocurre en un territorio. De ahí la vigilancia tecnológica asociada, en mi opinión es un punto clave.
Lo segundo, es que nos hemos contactado ya en varias oportunidades con Organizaciones de Usuarios de Aguas, las CASUB en la región de Atacama, Junta de Vigilancia en el caso del Río Aconcagua, para, en primer lugar, aprender con la humildad que corresponde de lo que ellos han vivido y también de la experiencia que han ido desarrollando en condiciones bien complejas, tanto en el año 2021 como en la larga década de sequía.
Hemos aprendido también respecto a recarga, manejo en condiciones de aguas con salinidad, y en la convivencia entre las distintas actividades económicas, particularmente consumo para la bebida y la actividad agrícola.
En medio de la sequía y crisis climática que afecta al país ¿Por qué es importante acercar la ciencia y tecnología a las comunidades y a los tomadores de decisiones?
Es relevante acercar la ciencia y la información que genera porque de esa manera logramos que se tomen decisiones y se planifique basándose en datos. En esta línea, actualmente somos parte de la COTECMA que es un comité de apoyo en el que hay miembros importantes de la comunidad a nivel de la región con una distribución territorial, pero también desde el punto de vista social y de la academia.
El objetivo es aportar desde nuestra disciplina a la planificación frente al desafío climático, particularmente pensando en la carbono neutralidad al año 2040. Por otro lado, tenemos que hacer un aporte que tiene que ver con los balances hídricos y el cómo enfrentamos esta crisis hídrica que es también una consecuencia de la crisis climática. Lo que hasta el minuto hemos avanzado y que me parece muy relevante es que ya hay definiciones de prioridades y una de esas prioridades es el recurso hídrico a nivel de la región, vinculado al tema de la crisis climática.
También somos parte y participamos de la creación del Comité Técnico Científico del Agua en la región de Coquimbo, donde lo que hemos tratado de hacer es reunirnos las personas que trabajamos en recursos hídricos y que estamos ligados a las instituciones de investigación o las universidades para compartir información, tener un espacio de discusión y apoyar a otros organismos o instituciones que requieran de datos objetivos o de antecedentes para poder tomar decisiones, basados en conocimiento.
¿Cuáles son los principales desafíos del Consorcio para el próximo año 2022?
Dependiendo de cómo se vayan desarrollando los meses de marzo y abril, y cómo se vean en ese momento los pronósticos de la temporada, nuestros ejes se deberán adaptar. No me cabe duda que tendremos que dedicarle un tiempo importante a los pronósticos y proyecciones hídricas, que acompañan los procesos de los tomadores de decisiones en función de los datos que se entregan de corto y mediano plazo. Esa es una primera tarea que sin duda va a estar presente.
También vamos a instalar los pilotos y empezaremos a medir en ellos, tenemos que preocuparnos del tema APR, que será un asunto en el 2022, ya lo es en este momento y seguirá porque no solo hay una situación compleja desde el punto de vista hídrico, sino también se vienen exigencias del punto de vista normativo y reglamentario. Todo aquello en mi opinión solo va aportar y el Consorcio está llamado a ayudar en ese sentido.