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Investigadores ULS analizan impacto de las últimas precipitaciones en la región

Pese al alentador panorama que se puede evidenciar, desde el mundo científico llaman a fortalecer una correcta gestión del recurso hídrico, adaptada a la realidad de las diversas cuencas, pues la crisis hídrica no ha desaparecido

El último evento de precipitaciones registrado en la Región de Coquimbo no pasó desapercibido, y es que no solo trajo consigo esperanza en medio de la aguda crisis hídrica que hoy golpea a los territorios, sino que también aleja, temporalmente, el posible racionamiento de agua en zonas urbanas, que comenzaba a levantarse como una posibilidad a principios de este 2022.

Pero, ¿cuál es la opinión de los expertos? ¿De qué manera las últimas precipitaciones impactan en el sistema hídrico regional? Pablo Álvarez, Director del Laboratorio PROMMRA de la Universidad de La Serena y del Consorcio Centro Tecnológico del Agua Quitai Anko que es apoyado por CORFO, analizó la situación detallando que hoy se pueden abordar tres variables fundamentales: las precipitaciones, los caudales y los volúmenes de embalses.

En cuanto a las precipitaciones, explica que de acuerdo a datos emanados desde la Dirección General de Aguas (DGA) y procesados por el equipo PROMMRA ULS, “en La Serena, a julio 2022 hay 88,7 mm, superando el promedio histórico a la fecha que es 60,8 mm. Esto implica que existe un superávit de un 45,9%. Sin embargo, si uno mira el promedio anual, este es de 91 mm y si comparamos, estamos bajo ese número en un 2,5%, queda poco para alcanzarlo, pero aún no se llega a ese estado normal”.

En el caso de la Provincia de Limarí, Ovalle presenta un superávit a la fecha de un 92,7% y en relación al promedio anual, hay un superávit de un 26%, eso significa que en esta comuna ya ha precipitado más de lo que ocurre en un año promedio y mucho más de lo que normalmente se da hasta el mes de julio.

Al situarse en la Provincia de Choapa, el Director Álvarez enfatiza que todas las estaciones presentan un déficit a escala anual; “por ejemplo Illapel tiene una escasez anual de un 37% y a la fecha un 4,1%. Por su parte, Salamanca presenta un 15,7% de superávit a julio 2022, pero tiene un 25% de déficit anual, aún no se alcanzan las precipitaciones normales de un año”.

Respecto a la situación de caudales, agrega que la mayoría de la precipitación está concentrada en nieve en la parte alta de las cuencas, por lo tanto el aporte a los caudales se va a evidenciar en primavera y verano por el derretimiento, es por esto que actualmente no se puede ver una aumento significativo. “Un ejemplo se da en la Provincia de Elqui, en la estación de Río Elqui en Algarrobal, que se sitúa en la parte intermedia de la cuenca, donde al comparar los valores correspondientes a precipitaciones de julio del 2015 y julio 2022, se puede decir que en ese entonces se partió con un caudal más alto, pero este año efectivamente llovió más, sin embargo el caudal con el que se parte en este análisis es menor, y falta el aumento que se generará por los deshielos”.

REALIDAD DE EMBALSES
El derretimiento de nieve albergada en cordillera también será fundamental para los volúmenes de los embalses, pues hoy en día “tenemos un incremento en general bastante menor. El monto de precipitaciones no se condice con el aumento de los volúmenes embalsados. Por ejemplo, Puclaro aumenta en 2,3 Mm³, eso significa que pasa de 48,2 Mm³ a 50,5 Mm³ aproximadamente. En el caso de La Laguna se mantiene el nivel porque está todo congelado, por lo tanto los escurrimientos no son tan importantes”, declaran desde PROMMRA.

En el caso del Embalse La Paloma en la Provincia de Limarí, se registró un aumento de 81 Mm³ a 96 Mm³. Como indican los expertos, esa agua se debe a las lluvias caídas, pero no al derretimiento de nieve, que podrá evidenciarse en la temporada primavera-verano.

LA SEQUÍA CONTINÚA
Pese al alentador panorama que se puede percibir hasta el momento, desde el mundo científico llaman a no abandonar los esfuerzos en concretar y fortalecer una correcta gestión del recurso hídrico, adaptada a la realidad de las diversas cuencas de la región, además de generar mayores espacios para la investigación y la puesta en marcha de nuevas tecnologías, pues la situación es clara: la sequía no ha terminado. “Una región que quiere desarrollarse de manera sustentable en función del recurso hídrico, debe funcionar en base a datos y conocimiento, la única manera es hacerlo objetivamente sobre la base de mediciones reales de terreno”, subraya Pablo Álvarez.

En cuanto a la realidad de sequía, los datos evidencian que aún falta para alcanzar las precipitaciones de un año normal, al menos en la mayoría de las comunas. “Basta con fijarse que de las 10 estaciones que hemos analizado, 8 conservan aún un déficit en relación al total anual que debiera existir. Esto quiere decir que un 80% de ellas no han completado lo que sería lo normal de un año. La temporada va a ser importante a nivel de deshielos, pero estos ocurrirán probablemente a partir de octubre o noviembre”.